Bernard Lapasset, presidente de la World Rugby, levantó el tono de voz para enfatizar: "Ustedes lo vieron por televisión. Esos rostros limpios, con los ojos llenos de lágrimas de pasión a la hora de los himnos. Ni un control dio positivo durante todo el Mundial. Ese es nuestro orgullo como deporte". La escena se sitúa en 2009, durante una visita del francés a Buenos Aires, invitado por la UAR para que viese en vivo y en directo la cultura de clubes doméstica y, de ese modo, convencerlo de las bondades del rugby argentino para ser incluido con un plan propio en los millonarios presupuestos de la alta competencia profesional, concretados más tarde con el ingreso al Rugby Championship y, desde el año próximo, al Súper Rugby. Lapasset, se refería al Mundial 2007 y respondía a algunos cuestionamientos hacia el profesionalismo de parte de un grupo de entrenadores y ex jugadores reunidos en uno de sus clubes.
Nadie le había mencionado a Lapasset el tema del doping, pero su respuesta generó otro cuestionamiento, sobre si no creía que los controles no eran lo suficientemente serios y numerosos por fuera del ámbito de los Mundiales. El presidente de la entonces IRB contestó que todavía faltaba trabajar mucho, pero dejó claro que ese era un tema que lo preocupaba especialmente.
Así fue. El organismo que rige el rugby puso especial énfasis en los últimos años en prevenir y combatir al doping que, además, pasó a estar en el ojo de las sospechas como otros deportes de altísimo rendimiento. Creó el programa antidoping Keep Rugby Clean (Felipe Contepomi es uno de sus embajadores), bajo el cual organizó charlas y controles en todo el mundo. Las últimas cifras, difundidas anteayer, indican que 3377 jugadores (entre ellos, 450 Juveniles de la Argentina) pasaron por ese plan en 2014. Coincidencia o no, hoy saldrá a la venta en Francia un libro que ya generó polémica: Rugby à charge. L'enquête choc. Lo escribió el periodista Pierre Ballester, quien denunció de doping en un par de libros al multicampeón de ciclismo Lance Armstrong, algo que años después se confirmó. En este nuevo libro, Ballester relata, a través de testimonios de médicos, cómo varios jugadores de la selección francesa de los 80 tomaban anfetaminas (prohibidas por las leyes) antes de los tests. Uno de los señalados es el actual head-coach de les bleus, Philippe Saint-André.
Ballester sostiene además que el doping también alcanza al rugby de estos tiempos. Lo mismo afirma otro periodista especializado en temas de doping, el irlandés Paul Kimmage, quien en un artículo publicado en diciembre en el diario The Independent afirmó que "el rugby debe abordar el tema de las drogas, ya que todo lo que escuchamos es silencio". Y agregó algo que hay que tomar nota también en la Argentina: "Cualquier deporte que tiene una cultura de suplementos vitamínicos para chicos de 16 años está en un camino poco fiable".
La WR aprovechará el Mundial, en septiembre, para intensificar su campaña y cuidar su imagen, muchas veces deformada por cuerpos de jugadores fuera de lo normal. El temor es que ya sea tarde.
FUENTE:
La Nación. (5 de Marzo de 2015). Recuperado de http://www.lanacion.com.ar/1773468-el-doping-un-temor-que-acecha-al-rugby